1 NEFI 2:4 | "Y NO LLEVÓ NADA CONSIGO, SALVO A SU FAMILIA"

  "Y ocurrió que salió para el desierto; y abandonó su casa, y la tierra de su herencia, y su oro, su plata y sus objetos preciosos, y no llevó nada consigo, salvo a su familia, y provisiones y tiendas, y se dirigió al desierto"

Una vez todos los preparativos listos, solo quedaba una cosa por hacer: salir de la ciudad. Cada miembro de la familia debió experimentar diferentes sentimientos, porque no solo estaba abandonado Jerusalén, tambien estaban abandonando su cálido hogar en donde debieron haber tenido numerosas experiencias de todo tipo. Un hogar que debió fungir de refugio cuando la ciudad se encontraba bajo ataque, un hogar donde se adoraba a Dios mientras la ciudad se deleitaba en el pecado, un hogar que era un pedacito de cielo en medio de la podrida Jerusalén. 

En silencio y con palabras que oblitatoriamente debían quedarse en el corazón debieron despedirse de todos sus queridos,  conocidos y todo lo que apreciaban de la ciudad. Muchos dirian que estaban desperdiciando una valiosa casa, pero por el contrario, se estaban yendo en busca de una mejor tanto temporal como espiritual. 

Finalizado el discreto adiós, la familia procedió a dar el primer paso de un largo viaje. "Y ocurrió que sali[eron] para el desierto", contado desde la perspectiva de Lehi: "abandonó su casa, y la tierra de su herencia, y su oro, su plata y sus objetos preciosos, y no llevó nada consigo, salvo a su familia, y provisiones y tiendas, y se dirigió al desierto".  

No se menciona que dirección tomaron, pero como ya hemos visto se dirigieron por el desierto de Neguev, hacia el sur de Jerusalén; un rumbo que resulta muy interesante si analizamos el contexto geo-político de ese entonces. Judá era un pequeño reino ubicado en una zona estratégica, por lo que durante casi toda su historia ha estado rodeado de potencias que constantemente procuraban someterla. En este caso,  durante los días de Lehi, Judá tenía al norte a la agonizante Asiria, al oeste el mar Mediterráneo, al este a Babilonia en su apogeo y al sur-oeste al conocido Egipto. 

Si Lehi hubiera ido por cualquiera de estos puntos cardinales, probablemente se hubiera topado con muchos contratiempos y en el peor de los casos, los judíos lo habrían encontrado y matado conforme a sus planes. No obstante, existía una ruta menos peligrosa: el sur-este, por donde quedaba el desierto de Neguev. Caminando por esta dirección no tardarian en llegar a tierras libres del dominio de las potencias anteriormente mencionadas, en otras palabras, se trataba de la alternativa más segura.

Imagen extraída de internet.