"por lo tanto, quisiera que supieseis que después que el Señor hubo mostrado a mi padre Lehi tantas cosas maravillosas, sí, con respecto a la destrucción de Jerusalén, he aquí, mi padre salió entre el pueblo y empezó a profetizar y a declararles concerniente a lo que él había visto y oído."
Una vez aclarado y definido el rumbo que tomará su libro, Nefi procede a continuar con el relato de su padre. Lehi continuaba viendo "tantas cosas maravillosas, sí, con respecto a la destrucción de Jerusalén", cosas que no encontraremos aquí porque esto se trata de un resumen del libro de Lehi hecho por su hijo Nefi. Terminada la visión Lehi debió sentirse cansado, y más aún considerando que se encontraba acostado en su lecho. Probablemente tomó un descanso hasta poder recuperarse o por lo menos debió quedarse quieto y pensando en lo que acababa de ver.
Sin importar que es lo que haya pasado exactamente, lo siguiente que hace Lehi es "sali[r] entre el pueblo y empez[ar] a profetizar". Había visto la destrucción de su pueblo, posiblemente miró el fatal destino que les esperaba a sus familiares, compañeros de trabajo, amigos, vecinos, etc. Esas terribles imágenes debieron invadir profundamente su mente al grado que no pudo con sus sentimientos y salió a "declararles concerniente a lo que... había visto y oído". Lehi tomó la iniciativa de predicar al arrepentimiento aún cuando, según lo que se puede leer en este capítulo, el Señor nunca se lo ordena.
De ser esto cierto Lehi demostraba que todavía amaba a su pueblo pese a lo pecaminoso que era, sabía que los judíos serian destruidos, porque lo había visto en su visión, pero de seguro decidió predicar con la esperanza de salvar al menos a unos pocos. No existe evidencia al respecto pero es posible que la predicación de Lehi haya tenido algo que ver con los futuros encuentros que tendrían con Zoram, el siervo de Labán, y con la familia de Ismael. El Señor tiene majestuosas e inesperadas maneras de llevar a cabo Su Obra.