"Así se expresaba mi padre en alabanzas a su Dios; porque su alma se regocijaba y todo su corazón estaba henchido a causa de las cosas que había visto, si, que el Señor le había mostrado."
Así como en el versículo anterior, Lehi expresó muchas otras "alabanzas a su Dios" que Nefi no registró en este libro. Tan grandiosas y maravillosas fueron las cosas que vió y leyó que "su alma se [regocijó] y todo su corazón estaba henchido". Estaba lleno de una inmensa alegría que no pudo resistir la necesidad de agradecer por "las cosas que... el Señor le había mostrado".
Con esta breve experiencia Lehi estaba aprendiendo bastante acerca de los misterios de Dios, posiblemente pudo encontrar respuesta a muchas de las grandes preguntas que nos hacemos en la vida: ¿Por que nos suceden cosas malas? ¿Por que yo? ¿Porque tanto sufrimiento? ¿Si Dios me ama por que me pasa esto? etc. Tal vez pudo ver como el Señor siempre vela por sus hijos e hijas aún en los momentos donde parezca que se ha olvidado, tal vez entendió porque el Señor a veces no responde nuestras oraciones como nos gustaría, etc.
En nuestra eistencia terrenal probablemente no tengamos el privilegio de tener una experiencia similar a la de Lehi, pero de todas formas todos podemos experimentar dichosos momentos en nuestra vida en la que nuestra alma se regocije y nuestro corazón se hinche. No obstante, esas experiencias raramente vendran solas. La felicidad que proviene de conocer un poco más a nuestro Dios vendra con mas frecuencia si nos esforzamos de la misma manera que Lehi lo hizo cuando se encontraba en una sociedad (Jerusalén) muy pecaminosa.
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